Tu estado físico y mental dependen de un intestino sano

¿Lo sabías?

Nuestro intestino tiene la capacidad de transportar los nutrientes esenciales para un aporte óptimo hacia todas las células de nuestro organismo, además de trasformar y de eliminar todos los desechos, toxinas y sustancias nocivas para nuestra salud. Pero, ¿sabías que un intestino saludable es esencial para preservar la salud mental, física e inmunológica?

Ya son muchas las evidencias científicas que hablan de la relación que existe entre el intestino y los trastornos neurológicos, la autoinmunidad, la inflamación sistémica y una amplia gama de patologías. Además, también ya se sabe que el estado intestinal puede alterar el estado emocional, pudiendo llevarnos de forma directa a una depresión, a cambios bruscos en el estado de ánimo o a alteraciones de conducta.

Todo esto tiene una explicación muy clara y es que el intestino está íntimamente relacionado con el sistema inmunológico y con los microorganismos propios de la flora intestinal.

¡Estamos hechos de bacterias!

De hecho, ya se sabe que nuestras bacterias pueden llegar a pesar hasta 2kg de nuestro peso corporal.

¿Increíble verdad?

Hay trillones de microorganismos habitando nuestro cuerpo de la misma forma en la que los seres vivos habitamos este planeta.

Dichos microorganismos son un ecosistema que subsiste gracias a una hermosa red de intercambio, pero para que haya una correcta salud intestinal se requiere de un equilibrio entre las bacterias autóctonas (propias de una flora intestinal saludable), de bacterias oportunista (microbios que ingerimos en inhalamos del medio externo) y transitorias (pueden crecer y cooperar con nuestra flora o generar un desbalance). A dicho desequilibrio se le denomina disbiosis intestinal.

¿Qué función tienen las bacterias en nuestro organismo?

Cualquier elemento dañino puede acceder a nuestro organismo a través de nuestro intestino (toxinas, microorganismos, sustancias químicas, etc.). Gracias a una flora saludable junto con las células inmunológicas que residen en el intestino, podemos combatir con cualquier amenaza de infección proveniente del mundo externo.

Pero, ¿Qué ocurre cuando nuestra flora autóctona está desregulada?

Como refería anteriormente, la ingesta o inhalación de microorganismos externos o factores como el tabaco, el alcohol, los antibióticos y otros fármacos, el estrés, la mala alimentación, la carencia de lactancia materna en los primeros meses de nuestra vida, etc. Podrían empobrecer las familias bacterianas saludables en nuestro intestino.

Una alteración en nuestra flora bacteriana nos hace totalmente vulnerables ante cualquier invasión pudiendo provocar diferentes reacciones desencadenantes por parte del sistema inmunológico.

El sistema inmunológico reside en un porcentaje del 85% en nuestro intestino, ya que es la puerta de entrada a sangre ante cualquier invasión. Además, dichas células tienen un plan muy bien organizado para poder defendernos ante cualquier agente extraño, creando varias barreras protectoras.

Cuando hay un desequilibrio entre la flora autóctona y la flora oportunista (invasora), no solo hay mayor oportunidad de que ciertos agentes patógenos se absorban a sangre provocando una infección, sino que, además, las células inmunológicas que atacan a dichos agentes, también pueden verse debilitadas. Pues una flora saludable promueve la proliferación de células expertas (linfocitos) para matar a antígenos de forma específica y ante un desequilibrio de la flora podría provocar inmunodeficiencia (agotamiento inmunológico).

¿Hay un segundo plan cuando el primero falla?

Una infección por agentes externos, puede llevarnos a una reacción exacerbada de otras células inmunológicas que trabajan como soldados, para evitar que la infección pueda agravarse cuando la primera respuesta no está siendo eficáz. Es decir, cuando las células inmunológicas especializadas no han podido combatir con la infección, se activa otro tipo de respuesta inmunológica con mecanismos de destrucción de forma indiscriminada, pudiendo crear daño a lo propio. Realmente esto quiere decir que no hay una modulación del sistema inmunológico, por lo que podría llevarnos una inflamación sistémica (generalizada).

El organismo necesita muchas energía y recursos para combatir con una infección y a largo plazo, habrá disfunción de otros órganos y sistemas menos prioritarios, para gestionar dicha energía. En este momento, lo más importante es evitar morir por infección por encima de todo.

Una inflamación sistémica alargada en el tiempo, puede llevarnos a múltiples patologías como asma, alergias, autoinmunidad, fatiga, eccemas en la piel, cándidas, trastornos metabólicos, alteraciones alimentarias, etc.

Pero, ¿qué relación existe entre el intestino y el cerebro?

El sistema inmunológico está interconectado y se comunica entre sí con todos los órganos y sistemas. Es por ello que, ante una inflamación sistémica, todo el organismo se ve afectado puesto que las células inmunológicas activan mecanismos y liberan a sangre muchas sustancias inflamatorias (citoquinas, interleucinas, etc.).

Tanto los agentes infecciosos como las sustancias inflamatorias entran en contacto con la barrera hematoencefálica (cerebral), por lo que dentro del cerebro se activa la alarma. En nuestro cerebro tenemos mecanismos inmunológicos altamente privilegiados para su protección, es por ello, que ante la amenaza cambia su fenotipo a proinflamatorio induciendo a una posible inflamación neurológica (neuroinflamación).

Este mecanismo es una de las grandes causas que desencadenan con el tiempo muchas de las patologías neurológicas que existen en la actualidad. Pues la neuroinflamación a largo plazo desencadena un desequilibrio entre neurotransmisores (conducta y estado emocional), problemas con la atención y la memoria, y posible degeneración de las células nerviosas.

De ahí viene la frase tan escuchada en estas últimas décadas…

“tu intestino es tu segundo cerebro”

Aunque ya comienzan a decir, incluso que es el primero.

En definitiva, una flora intestinal saludable es vital para la salud holística, y gracias a tantos descubrimientos por parte de la ciencia, podemos obtener muchos recursos que nos ayuden a reparar y/o mantener el estado de salud que humanamente todos merecemos.

Encarni Rodríguez.

Naturópata

Especializada en Psiconeuroinmunología aplicada

Experta en salud hormonal femenina y ginecología natural

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